viernes, 9 de noviembre de 2012

LAS HIPOTECAS: DR. JEJYLL Y MISTER HYDE


         
         La hipoteca es el clásico contrato con doble personalidad. Como el sabio y prudente dr. Jekyll, la hipoteca ha sido la responsable de que España abandonase el Magreb y pasara a ser un país de nivel europeo. A lo largo de las últimas décadas del pasado siglo los campesinos, los emigrantes de las aldeas, se han ido constituyendo esforzadamente un capital a base de las cuotas hipotecarias. Ese esfuerzo permitió el milagro del crecimiento; el que un español medio se hiciera con capitales de 15, 20 o 30 millones de pesetas que le sirvieron de aval para montar un negocio, invertir, crear riqueza y patrimonio. Y empleo. No se trata de un fenómeno español; sucedió así en todo el mundo desarrollado. En ese sentido la hipoteca es una Santa salvo para un masoquista que disfrute con la desnutrición, las enfermedades y una media de vida de cuarenta y tantos años.
         Pero, en España y otros países, la hipoteca degeneró, convirtiéndose en el monstruoso mister Hyde, por motivos exclusivamente coyunturales. ¿Cuáles? Pues nada, que de la financiación razonable y devolvible de 300.000 pisos/año, se pasó en un par de años a los 600.000, lo que a su vez fomentó el abandono de la inversión productiva y la dimisión de los creadores de empleo. ¿El culpable? Cada uno puede tener su teoría pero cuando se produce un montón de cacharrazos en los alrededores de un guardia de tráfico, para mí el culpable es el guardia. El guardia de tráfico en materia financiera y bancaria es el Gobernador del Banco de España. Y quien lo nombró (por motivos exclusivamente políticos, rompiendo la tradición), algo tendrá que ver en el desaguisado.
         Las consecuencias de conceder hipotecas irresponsablemente son los desahucios. Y la solución que le quieren dar es restringirlos en los casos de familias numerosas y personas de avanzada edad. Parece ser que por ley. ¡Pobres veteranos, pobres familias numerosas! A partir de ahora, les imponen un estigma. A muchos ya no les darán hipotecas; a otros le pedirán más interés o que tengan otra casa y se obliguen a no venderla, garantías reforzadas, etc. Por muchas leyes que se hagan eso es así, puesto que los negocios son como el amor: hace falta que las dos partes se den el “sí, quiero”. Pues con ellos “no quiero”, dirán. Imagínese que también resultasen “beneficiadas” las señoras de mediana edad, con un hijo y residentes en Vigo y usted fuese una de esas. ¡Menuda puñeta! Sus posibilidades de avanzar en la vida han quedado seriamente mermadas. Yo que usted iría a un abogado a instar la anulación del precepto alegando el art. 14 de la Constitución, el de la igualdad ante la ley. Los beneficios que se los den a otro.
         Los problemas coyunturales se arreglan con soluciones coyunturales. Los desahucios actuales vienen de las hipotecas irresponsables de una época muy concreta, combatámoslos con medidas ad hoc. Las hipotecas miserables deben ser anuladas; muy poca repercusión puede tener eso en el balance real (no en el fantasioso basado en la hiper-valoración de la finca). En casos intermedios, el Estado debe condicionar las ayudas públicas a un programa de prórrogas ¡coyuntural! En cuanto a las personas acomodadas que pierdan su piso por exceso de ambición, creo que es bueno y justo que así ocurra: una demostración de que la garantía hipotecaria funciona y un aporte de confianza para su revitalización futura. No hay economía sana sin hipotecas. En cuanto al futuro, que el Banco de España cumpla su función (este Gobernador es bueno; la prueba del 9 es que da caña al Gobierno). Si las cosas funcionan como deben, en el futuro el desahucio será algo anecdótico, como siempre, perfectamente controlable por los servicios sociales de las comunidades.
         Todo antes que crear una nueva clase de paria con carácter general. A mí, por favor, que no me “beneficien”.

         

No hay comentarios:

Publicar un comentario